"El único verdadero viaje de descubrimiento es aquel que se emprende no en busca de paisajes nuevos, sino con ojos nuevos. (Marcel Proust) ."
Fotografiamos una realidad que no existe. Nuestras fotografías caminan, como una suerte de funambulista, por una estrecha linde que separa dos mundos, si acaso, el que quisiéramos que fuera y el que es. Y de ese diálogo entre intuición y percepción, nuestra imaginación acaba aprendiendo a sacar sus conclusiones, a dibujar sus recorridos... a encontrar sus paisajes.
Y los "paraísos" se nos muestran así, casi invisibles. Tal vez para recordarnos que vivimos algo así como un exilio. Tras las imaginarias fronteras de un mundo más piadoso que no nos pertenece. Un mundo cuyas leyes, probablemente, no alcancemos a comprender, pero al que, sin embargo, nos sentimos ligados inevitablemente.
Nos hemos acostumbrado a que la realidad nos engañe con su juego de falsas verdades. Tan acostumbrados estamos, que nos cuesta aceptar una verdad en la que no se atisbe el ronco brillar de una mentira. Quizá mis imágenes no sean más que eso... el temblor de una mentira.